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La historia de Jonathan Medina comienza con un encuentro casual con un malabarista en un crucero en Apodaca, quien le enseñó el arte de malabares y lo inspiró a seguir explorando su talento.
Ahora, este regiomontano muestra sus habilidades en las calles del centro de Monterrey, sorprendiendo a los transeúntes con sus destrezas y dejándolos con la boca abierta.
En una entrevista para El Horizonte, Medina relata que practicar malabarismo en las calles de Monterrey no es su trabajo, pues “me dedico a trabajar aparte, esto lo agarro como un hobby, un desestrés”.
Y es así como el amor al arte le impulsa a hacer malabares y aportar un granito de arena extra a su familia.
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